La respiración y el yoga

22.06.2017

La práctica del YOGA comienza con la respiración. En la respiración está la clave de la vida. El ser humano inicia su existencia con una primera inspiración y la termina con una última exhalación. La función respiratoria acontece día y noche a lo largo de la vida, siendo el soporte fisiológico y energético de todas las demás funciones, de toda la actividad-pasividad de nuestro cuerpo-mente. La respiración marca toda nuestra existencia, es lo más primario, lo más elemental. A partir de ella nos nutrimos, desarrollamos y manifestamos.

Al ser la función más básica es también la más determinante y la que más directamente condiciona nuestras vivencias de todo tipo. Puede afirmarse que según sea la calidad de nuestra respiración así será la calidad de nuestra vida. Los yoguis estudiaron a fondo el proceso respiratorio y comprendieron el fenómeno en toda su amplitud, desarrollaron unos métodos respiratorios que permiten sacar el máximo provecho de esta función vital. El primer objetivo en la práctica del Yoga es recuperar la respiración natural, armoniosa y libre que frecuentemente se deteriora por la aparición de bloqueos funcionales en el aparato respiratorio. Los bloqueos surgen por la acumulación de tensiones físicas, emociones negativas o la actividad descontrolada de los pensamientos. Recuperar la respiración natural no consiste en intentar cambiar nuestros patrones respiratorios, sino más bien en dejar y permitir que la propia fuerza respiratoria se manifieste libremente.

Como primer paso es fundamental comprender como es el proceso respiratorio y para ello, lo más adecuado es adoptar una actitud de espectador, ser un observador pasivo del flujo respiratorio. No hay que intentar hacer nada, sino dejar hacer, dejar que los pulmones respiren por sí mismos. Ellos saben respirar perfectamente según la necesidad del cuerpo-mente en cada momento. A través de la observación pasiva de la respiración podemos vivenciar conscientemente el proceso, y obtener una experiencia directa que nos permite reconocer los cauces naturales que debe seguir el proceso respiratorio.

La respiración abdominal es la forma de respirar innata a la naturaleza del ser humano. Para facilitarla y potenciarla, el punto de partida es observar y descubrir dónde se origina el impulso respiratorio, o fuerza que empuje a la respiración. El punto a donde nace y termina cada respiración. Percibiendo conscientemente el origen y el final de cada respiración, nos ponemos en contacto con nuestro centro respiratorio, con el núcleo de la respiración. Para sentir el centro respiratorio no hay que dirigir, empujar, forzar o violentar, basta simplemente con dejarla ser.
Procediendo así, en breves instantes podremos observar y sentir que el foco de la respiración se localiza en un punto muy cercano al ombligo. Una vez conscientes del centro respiratorio, hay que tomar consciencia de todos los músculos involucrados y engranajes que participan. Notaremos como el diafragma, esa imponente cúpula muscular que separa los pulmones de las vísceras abdominales, desciende durante la inspiración, presionando y masajeando a las vísceras y provocando que el abdomen se expanda ligeramente hacia afuera.
En la espiración sentiremos que el aire es evacuado de los pulmones y sale suavemente por las fosas nasales. El diafragma ascenderá hacia la cavidad torácica mientras los pulmones se esconden y el abdomen desciende recuperando su posición inicial. Esta es la respiración natural, sin obstáculos o tensiones que impidan su libre manifestación.

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