La medicina tibetana

07.04.2017

La medicina tibetana está íntimamente ligada con el budismo ya que éste constituye su fundamento espiritual y su más precioso sustrato. La cualidad que hace única a la medicina tibetana se halla no sólo en el claro compromiso de sanar el cuerpo humano de males y enfermedades, sino también en que se revela como un camino a través del cual el cuerpo y la mente pueden liberarse de los sufrimientos de la existencia condicionada, el samsara. 

Como ya se mencionó, este sistema médico se encuentra íntimamente ligado con el budismo tibetano, el cual sostiene que hasta que la ignorancia y la codicia queden eliminadas del fluir de la mente, por muy sanos que creamos estar, seguimos enfermos. Asimismo, contempla al análisis del cuerpo como el fundamento de la cosmología y de la filosofía budista y considera que el estado de salud depende de un balance en la dieta, la conducta, las condiciones ambientales y psicológicas, y los factores sociales, siendo todos ellos tomados en cuenta para la elaboración del diagnóstico de las enfermedades y del tratamiento correspondiente.

El tratamiento se basa en los síntomas presentados así como en el cuadro clínico; se realiza sobre el examen de la orina, el pulso, un examen físico y el interrogatorio. Diversos factores tales como la gravedad de la enfermedad, la edad del paciente, la estación del año, la localización de la enfermedad, la capacidad digestiva del paciente y la presencia de complicaciones, pueden servir para determinar el tipo de tratamiento adecuado. En la rutina clínica habitual, el tratamiento normal consiste en una medicación reforzada con una dieta y recomendaciones sobre el comportamiento; en algunos casos también se usan la acupuntura y la moxibustión. El primer nivel de tratamiento es la terapia de comportamiento y de la nutrición, la cual normalmente sirve de base a la segunda línea de tratamiento, es decir, a la medicación. Hay dos tipos de medicamentos orales que están graduados y son usados con base en información clínica definida. La medicación oral se refuerza mediante terapias tales como la oleación, friegas, eméticos, purgantes, enemas suaves, supositorios, inhalantes nasales y baños. Cuando todo esto no acaba con la enfermedad, o cuando la enfermedad es grave y crónica, es recomendable la tercera línea de tratamiento: la terapia externa. La terapia externa tiene como base el cuadro patológico y se divide en dos categorías: menor y mayor. La terapia externa menor consiste en el masaje, la hidroterapia y los fomentos. La mayor en la acupuntura, la moxibustión y la sangría reforzada con cirugía. 

En el sistema tibetano los remedios están compuestos por hierbas, las cuales se combinan con minerales, gemas y piedras preciosas, así como sustancias de origen animal. La presentación de estos remedios puede ser en forma de píldoras, incienso o aceites médicos, y por regla general contienen cincuenta o más ingredientes diferentes. Todo ello se acompaña de la recitación de plegarias y mantras, lo que confiere una potencia adicional. 

Los padecimientos causados por espíritus se pueden curar con elaborados rituales llevados a cabo por lamas, yoguis o sanadores chamánicos. 

La medicina tibetana es una disciplina integral que no sólo se encarga de sanar el cuerpo, también es un sendero donde el cuerpo y la mente se pueden liberar de los sufrimientos de la existencia cíclica causada por el triple veneno, el cual representa la raíz de la enfermedad. Para lograrlo la medicina tibetana cuenta con múltiples herramientas dentro de un plano tanto físico como espiritual.  

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